Periódico escolar

¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?, de Paul Gauguin (1897)



Hola a todos.
He elegido para comentar el cuadro de Paul Gauguin “¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?”, pues considero que es un interesante cuadro sobre el que tratar tras estudiar el Modernismo, el cual fue influido por este cuadro (y, específicamente, sus preguntas existencialistas) al igual que por estar actualmente estudiando las vanguardias europeas.
Eugène Henri Paul Gauguin fue un pintor francés posimpresionista que cambió la historia de la pintura con su legado artístico influyendo en movimientos artísticos posteriores como el Expresionismo y Fauvismo. Nació el 7 de junio de 1848 en París (Francia) en el seno de una familia, acomodada. Tenía ascendientes maternos de gran influencia en Perú, país al que se se marchó la familia cuando su padre tuvo que abandonar el París de Luis Napoleón en 1849 debido a su ideología republicana. Tras la muerte del padre, la familia vuelve a Francia en 1854. Gauguin, poco inclinado a los estudios, a los 17 años se enrola en la Marina (1861-1872) lo que le permite conocer mundo. En 1872 se convierte en agente de Bolsa y Cambio y vive su época más prospera. Con 25 años se casa con la danesa Mette Gad con la que tuvo cinco hijos. En esos momentos se convierte en inversor de pintura y conoce a los impresionistas de la mano de Camille Pisarro. Mientras, él pinta como hobby e incluso participa en numerosas exposiciones con ellos. En 1882, debido a la crisis económica que la guerra franco-prusiana provoca, fue despedido; y decide vivir de la pintura. En esta etapa empieza su declive económico. La familia se traslada a Ruán; y después de varios traslados y trabajos eventuales, en 1886 el pintor abandona a su familia. Se traslada a Pont-Aven y cambia totalmente su forma de pintar. Se aleja del Impresionismo y opta por una pintura más simbolista y llena de colorido. Se embarca hacia Panamá y Martinica y realiza obras donde aparecen sus primeras propuestas indígenas. De vuelta a Francia, se instala en Bretaña, pinta de memoria y vuelve a los temas bretones. En 1888 entabla relación con los hermanos Van Gogh y marcha a vivir a Arlés con Vincent, pero tras la agresión por parte del holandés, se acaba con la convivencia (momento del famoso episodio del corte de la oreja de Van Gogh), aunque no con su amistad. En 1891, se embarca hacia Tahití y se instala en Papeete para vivir haciendo retratos, pero termina viviendo en una aldea alejado de la influencia europea. A finales de 1893 vuelve a Francia donde encuentra incomprensión y más problemas económicos, por lo que decide volver a las islas Marquesas. En esta época, Gauguin está enfermo y es alcohólico. Finalmente, se retira a Atuana para vivir de forma sencilla y simple, y allí muere el 8 de mayo de 1903.
El título alude a las preguntas que les hacían en Tahití llevados por la curiosidad y hospitalidad al ser un extranjero. Para Gaughin este cuadro debe ser leído de derecha a izquierda, ya que nos explica que consiste en un escenario de la vida y la actividad humana desde el nacimiento hasta la muerte. La composición gira en torno a la figura central, un poco desplazada hacia la derecha. Se basa en dos triángulos inscritos en las dos mitades del lienzo. En el de la izquierda se incluye el ídolo y dos figuras humanas sentadas en el suelo. En el triángulo de la derecha entran todas las personas del grupo de esa zona del cuadro. La isla vecina que vemos en el paisaje es Moorea. Entonces, respecto a la interpretación del lienzo debemos proceder parte por parte. En relación a la primera parte de la obra (“¿De dónde venimos?”) se representa con una escena que empieza con el retrato de un bebé y las jóvenes muchachas que lo cuidan. Hace referencia a la vida familiar o comunitaria, con perro doméstico incluido, la esperanza y el sueño por la vida. Luego, respecto a la segunda parte del cuadro (“¿Quiénes somos?”) se alude al momento en el que en nuestra vida cotidiana nos preguntamos qué significa todo a nuestro alrededor. El autor lo identifica con el Jardín del Edén con una mujer que coge un fruto del árbol de la ciencia, símbolo del pecado de Eva. La figura de un ídolo (Hina, diosa de la Luna ) muestra el aspecto espiritual y religioso; y aunque dicha estatua no existe en Tahití, esta inspirada en los ídolos hindúes. Según Gaughin, esta representa lo indefinido, lo incomprensible ante el misterio de nuestros aborígenes y de nuestro futuro. Seguidamente, en la tercera parte (“¿A dónde vamos?”) observamos una mujer tumbada y apoyada en un brazo que es Vairaumati, la cual era llamada “Eva tahitiana” por Gauguin. Según la leyenda, Vairaumati engendró el primero de los “arioi”, una sociedad privilegiada dedicada al amor y a la guerra, y luego fue divinizada. La mujer vieja, representada previamente como «Eva bretona» que se tapa los oídos para no escuchar la tentación del pecado, es una réplica de una momia peruana en posición fetal que fue expuesta en el “Musée de Ethnologie du Trocadéro” de París, y que hoy se encuentra en el “Musée de l'Homme”. Se puede interpretar tanto como la muerte, la eternidad o el ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación. Además, la lagartija representa el pecado original, dado que en Tahití no hay serpientes. En conclusión, en el cuadro se desarrolla por completo la doctrina filosófica y pictórica del artista.
Asimismo, cabe mentar que el propia autor definió su cuadro de tal forma: He aquí la descripción del cuadro que hace el propio Gauguin: “En la parte inferior derecha, un bebé dormido y tres mujeres en cuclillas. Dos figuras vestidas se comunican sus pensamientos; una figura enorme intencionadamente y a pesar de la perspectiva, también en cuclillas, levanta el brazo y mira extrañada, a los dos personajes que osan pensar en su destino. Una figura central coge una fruta. Un par de gatos junto a un niño. Una cabra blanca. El ídolo, con ambos brazos alzados misteriosa y rítmicamente parece indicar el más allá. Otra figura reclinada parece escuchar al ídolo; finalmente una vieja, próxima a la muerte, parece aceptar y resignarse a lo que piensa; a sus pies, un extraño pájaro blanco, sujetando con su pata a un lagarto, representa la inutilidad de las palabras vanas. Todo transcurre junto a un riachuelo, a la sombra de los árboles. A pesar de los cambios de tonalidad, el paisaje es constantemente azul y verde Veronés. Sobre él, todas las figuras desnudas destacan por su intenso color naranja".
En mi opinión el cuadro es fascinante debido a todos los símbolos, ideas y sensaciones representadas que, para mí, muestran la búsqueda del sentido de la existencia del ser humano. Este tema tan profundo e intrincado tiene un claro protagonismo en la vida de cada uno de nosotros. ¿Quién no ha reflexionado sobre las preguntas que refleja la obra? ¿Quién no ha leído un libro o visto una película en la que se traten estas cuestiones? Podemos nombrar títulos de filmes como “Synecdoche, New York” (2008) o la famosa “Memento” (2000); o, por otro lado, nombres de libros como “La insoportable levedad del ser” (1984) de Milan Kundera o “Niebla” (1914) de Miguel de Unamuno. La realización de estas preguntas habitualmente acaba en un gran dolor de cabeza y una sensación marcadamente angustiosa. Pero considero que nuestro deber como seres dotados de razón es plantearnos nuestra existencia, procedencia, nuestra identidad. O si no lo hacemos de manera deliberada y voluntaria, la vida encontrará el modo de que tengamos que enfrentarnos ante estos pensamientos. En resumen, la obra de Gauguin es un reflejo del alma humana.

Andrea García Matos (2.º Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales)

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